2050: más plástico que peces en el mar
- Gabriela Baeza
- 21 abr
- 2 Min. de lectura
En 2050, ¿más plástico que peces en el mar?
Gran parte de nuestra basura termina en los océanos, especialmente los plásticos. Según la fundación Ellen McArthur de seguir con este patrón de consumo al 2050 habrán más plásticos que peces en el mar.

Su impacto es devastador, sobre todo para criaturas marinas que ya enfrentan múltiples amenazas: la sobrepesca, la destrucción de su hábitat, el blanqueamiento de corales, y el cambio climático. A todo esto, se suma ahora una nueva presión: el plástico.
Las tortugas, por ejemplo, suelen confundir bolsas con medusas —uno de sus alimentos favoritos—. También se han encontrado con popotes o tenedores desechables incrustados en la nariz, o enredadas en los anillos plásticos de las cervezas.
Y no son las únicas. En los últimos años, se han hallado ballenas varadas en las playas, muertas por desnutrición con los estómagos repletos de bolsas plásticas.
Las aves marinas también sufren. Confunden fragmentos de plástico con alimento —como pequeños mariscos— y los llevan al nido para alimentar a sus crías. Muchas de ellas mueren con el estómago lleno... pero vacío de nutrientes. Se ha documentado que los albatros pueden tener el equivalente a 3 a 5 kilos de plástico en su interior, si lo comparamos con el cuerpo de un ser humano adulto. Es una cifra alarmante.
Y no es un problema lejano. Durante unas vacaciones en Palenque, conocí la historia de “Catazajá”, una manatí que fue encontrada varada y desnutrida por haber ingerido bolsas de plástico. Afortunadamente fue rescatada por el equipo de la reserva de Los Aluxes y ahora se está recuperando. Pero, ¿cuántos otros animales no corren con la misma suerte?
El plástico se ha convertido en un asesino silencioso de la vida marina, y nuestros amigos del océano no tienen forma de defenderse. Con más de siete mil millones de personas generando residuos, no sorprende que se estime que, para el año 2050, habrá más plástico que peces en el mar.
Pedir un popote también tiene un costo
Una vez escuché que pedir un popote es una falta de respeto a la naturaleza. Y desde que comencé con el proyecto de cero basura, entendí lo cierto de esa frase. Vivir sin generar residuos se ha vuelto algo liberador. Saber que no contribuyo a esta destrucción, sino a su solución, me da esperanza.
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