La verdad detrás del frasco de vidrio en el movimiento Cero Residuos
- Gabriela Baeza
- 9 jun
- 3 Min. de lectura
Hoy quiero contarte la historia detrás de mi frasco de vidrio: un experimento que llevé a cabo durante dos años y medio y que marcó mi camino en el movimiento cero residuos. Aquí te comparto las ventajas, desventajas y por qué decidí dejar de seguirlo, aunque sin abandonar el estilo de vida que lo inspiró.
Cuando comencé con el Reto Cero Basura, en mayo de 2016, me sentí profundamente motivada por la idea de reducir mis residuos al punto de poder almacenarlos todos en un solo frasco de vidrio, como lo hacían algunas bloggers del movimiento. Aquella imagen resultaba esperanzadora: ¿sería posible lograrlo también en mi contexto? Durante ese tiempo, me volví extremadamente estricta con los residuos que generaba. Rechazaba empaques, evitaba todo tipo de materiales no reciclables y me frustraba ver que ni en casa ni en el trabajo existía el mismo nivel de compromiso. Aun así, había objetos inevitables, como memorias USB o discos duros que necesitaba para la producción audiovisual del reto. Todo lo que no podía evitar, lo almacené cuidadosamente en una caja mientras buscaba alternativas sostenibles para su gestión.
Fue entonces cuando enfrenté una dura realidad: la infraestructura de reciclaje en México es limitada, incierta y poco confiable. Incluso al acudir a eventos como el Plastianguis —organizado por la industria del plástico—, me percaté de que ni los propios expertos sabían si ciertos residuos serían reciclados efectivamente. Esta falta de certeza me confrontó con una verdad incómoda: por más esfuerzo que pusiera, era imposible asegurar que todo lo que separaba sería realmente reciclado.
Aun así, persistí. Después de meses de esfuerzos, hacia octubre de 2018 logré reducir mis residuos al punto de que cupieran en un pequeño frasco de vidrio. Pero ahí decidí cerrar esa etapa. Estas son mis reflexiones tras vivir esa experiencia:
Ventajas del experimento del frasco de vidrio
Una excelente herramienta pedagógica para explicar el movimiento cero residuos. El concepto de “cero basura” puede parecer utópico o inalcanzable. En mis conversaciones, incluso con expertos internacionales, se debatía si realmente era posible. El frasco se volvió una forma visual poderosa para explicar el enfoque: reducir al máximo nuestros residuos no es solo una meta, sino una guía.
Genera impacto y atención: una herramienta de comunicación eficazMostrar un frasco con años de basura genera sorpresa y admiración. Es una imagen que despierta curiosidad, inspira cambios y comunica de manera simple el compromiso que implica vivir con menos residuos.
Lanza un mensaje claro sobre responsabilidad socialEse frasco simboliza los materiales que no deberían existir si viviéramos en una sociedad verdaderamente circular. Si algo no puede reciclarse ni reutilizarse, simplemente no debería producirse. El frasco pone en evidencia la responsabilidad de empresas y gobiernos en el rediseño de los productos.
Desventajas y limitaciones
Puede alimentar mitos sobre el reciclaje El frasco da la impresión de que lo reciclable se gestiona eficazmente, cuando en realidad, la mayoría de los residuos ni siquiera llegan a ser procesados. La falta de trazabilidad y responsabilidad en el sistema mexicano de reciclaje hace imposible garantizar resultados reales.
Oculta los residuos “invisibles”Aun llevando un registro minucioso, hubo residuos que dejé en centros de acopio sin saber su destino final. El frasco no representa esa parte oculta, lo que puede llevar a una percepción errónea de “cero residuos”.
La acción individual no sustituye a la acción colectivaMantener ese nivel de disciplina durante dos años fue demandante. Me di cuenta de que esa misma energía podía canalizarse de forma más efectiva hacia la incidencia política, la educación ambiental o la organización comunitaria. El activismo colectivo tiene un alcance mucho mayor que el esfuerzo individual aislado.
Conclusión
Aún conservo mi frasco de vidrio como un recordatorio simbólico y como herramienta educativa. Lo utilizo en charlas para inspirar y provocar reflexión. Pero ya no lo uso para guardar mis residuos, y eso no significa que haya renunciado al estilo de vida que lo motivó.
Vivir con menos basura no significa alcanzar la perfección. Significa hacer lo mejor posible con los recursos que tenemos, siendo conscientes y coherentes con nuestros valores.
Este camino me enseñó que, aunque las acciones individuales sí importan, el cambio sistémico solo llegará si trabajamos colectivamente por una gestión más justa, sostenible y responsable de los residuos.
¿Te gustaría intentar vivir con menos basura? Recuerda que no se trata de colocar tu basura en un frasco, sino de ser parte del cambio hacia un sistema más justo y sustentable para todas y todos.

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